sábado, 6 de noviembre de 2010
lunes, 25 de octubre de 2010
Susan Boyle revela que la fe católica de su madre la salvó del aborto.
LONDRES, 25 Oct. 10 / 12:39 am (ACI)
En su nueva autobiografía, la cantante Susan Boyle reveló que está viva gracias a la fe católica de su madre, quien se negó a someterse a un aborto cuando los médicos le dijeron que su hija podía nacer con serias complicaciones físicas.
Según recoge ReligionenLibertad.com, en el libro "The Woman I Was Born To Be" Boyle sostiene que los médicos recomendaron abortar "a su madre Bridget Boyle, que tenía otros ocho hijos, porque temían que hubiese complicaciones físicas (…) Su madre rechazó el consejo como ‘impensable’ dado que ella era ‘una católica devota’".
"Susan Boyle nació de emergencia por cesárea. Los médicos no felicitaron a Bridget con un ‘felicidades, tiene usted una bebé preciosa’, sino que, explica la biografía, asumieron una actitud desdeñosa hacia la pequeña Susan, sospechando que podría haber daño cerebral debido a una falta de oxígeno", indica el libro.
A Bridget Boyle le sugirieron aceptar "que la niña no alcanzará mucho en la vida".
"Estoy segura que ellos tenían la mejores intenciones, pero no creo que debieron decirle eso, porque nadie puede predecir el futuro. Lo que ellos no sabían era que yo soy un poco luchadora, y toda mi vida he estado intentando probarles que estaban equivocados", afirma Susan en el libro.
A los 49 años de edad, Susan Boyle se convirtió en fuente de inspiración para millones de personas en todo el mundo cuando en abril de 2009 ganó el concurso "Britain´s Got Talent". Hace poco cantó ante el Papa Benedicto XVI en Glasgow. Su primer álbum vendió nueve millones de copias en seis semanas y fue el más vendido del año en Gran Bretaña.
miércoles, 20 de octubre de 2010
Homero Simpson es católico.
El diario oficial del Vaticano declaró que el amante de la cerveza y las rosquillas Homero Simpson y su hijo Bart son católicos, y también que los padres no deberían tener miedo de dejar que sus hijos vean "las aventuras de los pequeños tipos de color amarillo".
"Pocas personas lo saben, y él hace todo por ocultarlo. Pero es verdad: Homero J. Simpson es católico", dijo el diario Osservatore Romano el domingo en un artículo titulado "Homero y Bart son católicos".
El diario citó un estudio de un sacerdote jesuita sobre un episodio del 2005 del show llamado "The Father, the Son and the Holy Guest Star".
Ese estudio concluyó que "The Simpsons" se encuentra "entre los pocos programas de televisión para niños en los que la fe cristiana, la religión y preguntas sobre Dios son temas recurrentes".
La familia estadounidense de clase media que da nombre a la serie animada ora antes de comer y "a su propia manera, cree en el más allá" concluyó el estudio del jesuita, según una cita difundida por el diario.
Esta es la segunda vez en la que el programa, que se emite en 90 países, ha sido alabado por el Vaticano.
En diciembre del 2009, el Osservatore Romano describió al show como "tierno e irreverente, escándaloso e irónico, bullicioso y profundo, filosófico y a veces incluso teológico, una síntesis alocada de cultura popular y de la tibia y nihilista clase media estadounidense".
"The Simpsons", que introdujo la frase "D'oh", es la serie estadounidense que ha estado por más tiempo en el aire en horario de mayor sintonía, y actualmente se emite su temporada número 22.
(Reporte de Jill Serjeant; Editado en español por Carlos Aliaga)
miércoles, 13 de octubre de 2010
La búsqueda de Dios (cuarta parte)
Felizmente, el alma humana no puede vivir sin Dios. Espontáneamente lo busca, como el heliotropo busca el sol, y aun en manifestaciones objetivamente desviadas. En el hambre y sed de justicia que devora muchos espíritus, en el deseo de grandeza, en el espíritu de fraternidad universal, está latente el deseo de Dios. La Iglesia Católica desde su origen, más aún, desde su precursor, el Pueblo prometido, no es sino la afirmación nítida, resuelta, de su creencia en Dios. Por confesarlo, murieron muchos en el Antiguo Testamento; por ser fiel al mensaje de su Padre, murió Jesús, y después de Él, por confesar un Dios Uno y Trino, cuyo Hijo ha habitado entre nosotros, han muerto millones de mártires. Desde Esteban y los que como antorchas iluminaban los jardines de Nerón, hasta los que en nuestros días en Rusia, en Checoslovaquia, en Yugoslavia; ayer en Japón, en España y en Méjico, han dado su sangre por Él. A otros no se les ha pedido este testimonio supremo, pero en su vida de cada día lo afirman valientemente. Religiosos que abandonan el mundo para consagrarse a la oración: en Estados Unidos hay trece conventos Trapenses que no hacen sino trabajar silenciosamente para no perder de vista la presencia de Dios; religiosas como las que ha fundado el Padre Voillaume, que unen su vida de obreras en la fábrica a una profunda vida contemplativa.
Hay también universitarios, como los he podido ver en Francia y en España, en Inglaterra y en Bélgica, animados de un serio espíritu de oración, y para quienes su estudio es un deseo de glorificar al Creador.
Hay obreros como los de la J.O.C., que son ya más de un millón en el mundo, campesinos, para los cuales la plegaria parece algo connatural; y junto a ellos, sabios, sabios que se precian de su calidad de cristianos: hombres como Carrel, Lecomte de Noui; literatos como Claudel, Gabriela Mistral, Papini, Graham Greene, ¡y para qué seguir esta numeración! En medio de un mundo en delicuescencia, hay grupos selectos de almas escogidas que buscan a Dios con toda su alma y cuya voluntad es el supremo anhelo de sus vidas.
Hasta fuera de la Iglesia, en movimientos como el iniciado por el Mahatma Gandhi en la India, por el Rearme Moral en Ginebra, por el Oxford Movement en Inglaterra, ponen en primer lugar la idea de Dios.
martes, 5 de octubre de 2010
La búsqueda de Dios (tercera parte)
Estos hombres no niegan a Dios… lo nombran, lo invocan, pero nunca han penetrado su grandeza y la bienaventuranza que puede hallarse en Él. Dios es para ellos algo inofensivo con lo que no hay que atormentarse mucho. La existencia misma de Dios nunca se ha interpuesto en su camino, gigantesca e inaccesible como una montaña. Dios queda en el horizonte como un volcán que está bastante lejos para no temerle, pero aún bastante cerca para darse cuenta de su existencia. A menudo Dios no es más que un cómodo refugio mental: todo lo que es incomprensible en el mundo o en la propia vida se le achaca a Dios: “¡Dios así lo ha hecho! ¡Dios así lo ha querido!”… A veces Dios es un cómodo vecino a quien se puede pedir ayuda en un apuro o en una necesidad. Cuando no se puede salir del paso, se reza, eso es, se pide al “Bondadoso Vecino” que lo saque del peligro, pero se volverá a olvidar de Él cuando todo salga bien. Éstos no han llegado hasta la presencia, hasta la abrumadora proximidad de Dios.
Al hombre siempre le falta tiempo para pensar en Él. Tiene tantos otros cuidados: comer, beber, trabajar y divertirse… Todo esto tiene que despacharse antes de que él pueda pensar con reposo en Dios. Y el reposo no viene, nunca viene.
Hasta los cristianos, a fuerza de respirar esa atmósfera, estamos impregnados de materialismo, de materialismo práctico. Confesamos a Dios con los labios, pero nuestra vida de cada día está lejos de Él. Nos absorben las mil ocupaciones, gentes de la casa, del negocio, de la vida social. Nuestra vida de cada día es pagana. En ella no hay oración, ni estudio del dogma, ni tiempo para practicar la caridad o para defender la justicia. La vida de muchos de nosotros ¿no es, acaso, un absoluto vacío? ¿No leemos los mismos libros, asistimos a los mismos espectáculos, emitimos los mismos juicios sobre la vida y sobre los acontecimientos, sobre el divorcio, limitación de nacimientos, anulación de matrimonios, los mismos juicios que los ateos? Todo lo que es propio del cristiano: conciencia, fe religiosa, espíritu de sacrificio, apostolado, es ignorado y aun denigrado; nos parece superfluo. Los más llevan una vida puramente material, de la cual la muerte es el término final. ¡Cuántos bautizados lloran delante de una tumba como los que no tienen esperanza!
La inmensa amargura del alma contemporánea, su pesimismo, su soledad… las neurosis y hasta la locura, tan frecuentes en nuestro siglo, ¿no son el fruto de un mundo que ha perdido a Dios? Ya bien lo decía San Agustín: “Nos creaste, Señor, para ti y nuestro corazón está inquieto hasta que descanse en ti”. O bien, aquel que escribía: “Si me aparto, me Dios, de tu lado – inquieto y turbado – camino al azar. Y no es mucho que gima, Dios mío, - también gime el río – buscando la mar”.
En esas tremendas tragedias que son “El Cero y el Infinito” y “La Peste”, en ninguna parte aparece un rayo de esperanza, porque allí Dios está totalmente ausente, y en esa honda negrura que describe Georgiu en “La Hora 25”, el único rayo de luz viene de los que, como el P. Kaluga, tienen el sentido de Dios. el pesimismo brutal de Sartre, la angustia enloquecedora de Nietzsche, son el eco de su grito: “Dios ha muerto”. Esas obras, las más demoledoras que jamás se hayan escrito, son el veneno que está corroyendo el alma contemporánea y que suprimen de su espíritu, junto con la dignidad del hombre, la confianza, la confianza en la paternidad divina y toda alegría.
Continuará...
martes, 28 de septiembre de 2010
FUE POR TI, FUE PORQUE TE AMO.
jueves, 23 de septiembre de 2010
La búsqueda de Dios (segunda parte)
Los grandes ídolos de nuestro tiempo son el dinero, la salud, el placer, la comodidad: lo que sirve al hombre. Y si pensamos en Dios, siempre hacemos de Él un medio al servicio del hombre: le pedimos cuentas, juzgamos sus actos, y nos quejamos cuando no satisface nuestros caprichos.
Dios en sí mismo parece no interesarnos. La contemplación está olvidada, la adoración y alabanza es poco comprendida. Muchos piensan que la contemplación es una especialidad buena – y aún eso se discute – para monjas y religiosos. Al hombre de mundo sólo le corresponde trabajar y gozar.
Nuestros estudios parecen centrados únicamente en el hombre. ¡Nos parece tan grande en nuestra época! La religión, en los ojos de muchos que guardan su nombre y aún le conservan un sitio en la jerarquía de valores, conserva únicamente un sentido de herramienta humana, de fuerza de conservación y de progreso, pero no es una adoración y un servicio desinteresado al Creador.
El criterio de la eficacia, el rendimiento, la utilidad, funda los juicios de valor. No se comprende el acto gratuito, desinteresado, del que nada hay que esperar económicamente. Mucho menos se entiende el valor del sacrificio, el profundo sentido del fracaso, como la Redención fue un fracaso humano. La explicación es simple: en este siglo industrial, todo se pesa, todo se cuenta, todo se mide. La adhesión de la inteligencia se obtiene a fuerza de utilidad y de propaganda. ¿Cómo no extender este criterio al dominio de las almas? Los medios sobrenaturales, como la Penitencia y la Eucaristía, son reemplazados por recetas naturales, por medios de pura prudencia humana: higiene, dignidad. Testimonio indiscutible de un debilitamiento del sentido de Dios.
Muchos continúan pronunciando el nombre de Dios: no pueden olvidar esas enseñanzas que desde pequeños les enseñaron sus padres, pero se han acostumbrado al sonido de la palabra “DIOS” como algo cotidiano y se contentan con ella sola, tras la cual hay un concepto vacío de toda realidad, o al menos de toda realidad que puede compararse en lo grande y terrible, en lo tremendo y arrobador a la realidad: Dios.
Continuará::::
lunes, 19 de julio de 2010
La búsqueda de Dios (primera parte)
Época trágica la nuestra. Esta generación ha conocido dos horribles guerras mundiales y está a las puertas de un conflicto aún más trágico, un conflicto tan cruel que hasta los más interesados en provocarlo se detienen espantados ante el pensamiento de las ruinas que acarreará.
La literatura que expresa nuestro siglo es una literatura apocalíptica. La Hora 25, El Cero y el Infinito, Cuerpos y Almas, considerados como las grandes novelas de estos últimos años, son el testimonio de un mundo atormentado hasta la locura.
Y la locura es el patrimonio de nuestro tiempo. Cada día crece su número. He visitado un hospital de 19.000 locos y, en las calles, muchos que ambulan sienten comprometido su equilibrio interior. ¡Cuántos, en nuestro siglo, si no locos, se sienten inquietos, desconcertados, tristes, profundamente solos en el vasto mundo superpoblado, pero sin que la naturaleza ni los hombres hablen de nada a su espíritu, ni les den un mensaje de consuelo! ¿Por qué? Porque Dios está ausente de nuestro siglo.
Muchas definiciones se pueden dar de nuestra época: edad del maquinismo, del relativismo, del confort. Mejor se diría una sociedad de la que Dios está ausente.
Esta despreocupación de Dios no está localizada en un país: es una ausencia universal. Es un hecho y una intención sistemática. Dios está ausente, expulsado del corazón mismo de la vida. La sociedad se ha encerrado en este rechazo de Dios y su ausencia la hace morir.
Muchos libros se podrían escribir sobre las formas del ateísmo contemporáneo. Basta mirar los carteles de nuestros muros, las imágenes de las revistas, los títulos de los diarios, la publicidad que se da a ciertos Films y novelas (…). Sería necesario detenerse reposadamente para caer en la cuenta de esta ausencia de Dios (…) León Bloy escribió: “El Creador está ausente de la ciudad, de los campos, de las leyes, de las artes, de las costumbres. Está ausente aun de la vida religiosa, en el sentido que hasta aquellos que quieren ser sus íntimos amigos prescinden de su presencia.”
El sentido del hombre ha reemplazado al sentido de Dios. En otros tiempos se atacó un dogma: fueron las herejías, trinitarias o cristológicas. En la época del renacimiento, el protestantismo atacó a la Iglesia; el siglo XIX impugnó la divinidad de Cristo. Pero estaba reservada a nuestro siglo una negación más radical: la negación de Dios y su reemplazo por el hombre. (…)
[San Alberto Hurtado]
Continuará...
martes, 11 de mayo de 2010
Se dio media sanción al proyecto que modifica el código civil para permitir el matrimonio entre personas del mismo sexo. ¿qué opina la iglesia?
Al comenzar el texto, los prelados aclaran que esta posición y llamada el diálogo "no supone menosprecio ni discriminación" y explican que "el ser humano ha sido creado a imagen de Dios. Esta imagen se refleja no sólo en la persona individual, sino que se proyecta en la complementariedad y reciprocidad del varón y la mujer, en la común dignidad, y en la unidad indisoluble de los dos, llamada desde siempre matrimonio".
"El matrimonio es la forma de vida en la que se realiza una comunión singular de personas, y ella otorga sentido plenamente humano al ejercicio de la función sexual. A la naturaleza misma del matrimonio pertenecen las cualidades mencionadas de distinción, complementariedad y reciprocidad de los sexos, y la riqueza admirable de su fecundidad".
El matrimonio, prosiguen, "es un don de la creación. No hay una realidad análoga que se le pueda igualar. No es una unión cualquiera entre personas; tiene características propias e irrenunciables, que hacen del matrimonio la base de la familia y de la sociedad. Así fue reconocido en las grandes culturas del mundo. Así lo reconocen los tratados internacionales asumidos en nuestra Constitución Nacional. Así lo ha entendido siempre nuestro pueblo".
Por ello, explican, "corresponde a la autoridad pública tutelar el matrimonio entre el varón y la mujer con la protección de las leyes, para asegurar y favorecer su función irreemplazable y su contribución al bien común de la sociedad".
"Si se otorgase un reconocimiento legal a la unión entre personas del mismo sexo, o se las pusiera en un plano jurídico análogo al del matrimonio y la familia, el Estado actuaría erróneamente y entraría en contradicción con sus propios deberes al alterar los principios de la ley natural y del ordenamiento público de la sociedad argentina", advierten.
Seguidamente recuerdan que "la unión de personas del mismo sexo carece de los elementos biológicos y antropológicos propios del matrimonio y de la familia. Está ausente de ella la dimensión conyugal y la apertura a la transmisión de la vida. En cambio, el matrimonio y la familia que se funda en él, es el hogar de las nuevas generaciones humanas".
"Desde su concepción, los niños tienen derecho inalienable a desarrollarse en el seno de sus madres, a nacer y crecer en el ámbito natural del matrimonio. En la vida familiar y en la relación con su padre y su madre, los niños descubren su propia identidad y alcanzan la autonomía personal".
"Constatar una diferencia real no es discriminar. La naturaleza no discrimina cuando nos hace varón o mujer. Nuestro Código Civil no discrimina cuando exige el requisito de ser varón y mujer para contraer matrimonio; sólo reconoce una realidad natural. Las situaciones jurídicas de interés recíproco entre personas del mismo sexo pueden ser suficientemente tuteladas por el derecho común".
Por consiguiente, aseguran los obispos, "sería una discriminación injusta contra el matrimonio y la familia otorgar al hecho privado de la unión entre personas del mismo sexo un estatuto de derecho público".
Tras exhortar a los legisladores a tener en cuenta "estas verdades fundamentales, para el bien de la Patria y de sus futuras generaciones", los obispos concluyen pidiendo oraciones para que Dios "ilumine a nuestros gobernantes y especialmente a los legisladores. Les pedimos también que no vacilen en expresarse en la defensa y promoción de los grandes valores que forjaron nuestra nacionalidad y constituyen la esperanza de la Patria".
domingo, 25 de abril de 2010
Para reflexionar y compartir.
Me dirijo a tí, amigo gay, que, públicamente, te profesas católico, desde mi condición de sacerdote, para tratar de aclararte algunas cosas que dices no tener muy claras. Quiero, en primer lugar, manifestarte mi profundo respeto y comprensión a tu persona y hacia tu condición de homosexual; pero pidiéndote también a tí, idéntico respeto y consideración hacia la Verdad, que ambos, como cristianos y católicos, debemos profesar. Si estas líneas las leyeran algunos gays, que, ni son, ni se sienten católicos, les tengo que decir que, en absoluto, escribo para ellos.
Sigue el texto del Padre Miguel Rivilla...
Para poder entendernos, lo primero que procede ,es explicar los términos y conceptos del discurso, pues hablando distinto lenguaje, la comunicación se haría totalmente imposible, cosa harto frecuente.
-Si dices ser católico, es, porque ante todo, te sientes y eres cristiano. Esto quiere decir- como tú bien sabes- que aceptas plenamente a Jesucristo como Dios hecho hombre, como tu Salvador, como "El Camino ,la Verdad y la Vida", como el único que "tiene palabras de vida eterna".
-Pues bien, sabrás que los católicos aceptamos, sin discusión, todo lo que Jesús ha establecido para el bien de los hombres. Para ser católico no basta aceptar a Cristo, sino también su obra, que es la Iglesia católica. Es incoherente decir CRISTO SÌ; IGLESIA NO.
Ahora bien ,sobre Pedro, el pobre pescador de Galilea, ha querido Jesús fundar su Iglesia:"Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia y el poder del infierno no la derrotará .Te daré las llaves del reino de los cielos; y lo que ates en la tierra, quedará atado en el cielo y lo que desates en la tierra quedará desatado en el cielo"(Mt 16,18). Toda la autoridad de Dios, pues, la tiene el sucesor de Pedro, que es el Papa. Sin aceptar esto, nadie se puede considerar católico. Recordarás, también, las palabras de Cristo a Pedro, después de resucitar:"Apacienta mis ovejas..."(Jo 21,15-17) y aquellas otras :"Yo he rezado por tì, Pedro, para que tu fe no desfallezca. Y tú ,cuando hayas vuelto, confirma en la fe a tus hermanos" (Lc.22,32).
-Resumiendo: Todo católico de verdad, tenemos como norma, que orienta nuestra vida, no sólo la Biblia , sino el Magisterio del Papa y la Tradición de la Iglesia. Toda persona que obedece a lo que Dios ha revelado en la Biblia y hace caso a la autoridad de la IGLESIA CATÒLICA ,SABE QUE ESTÀ AGRADANDO A DIOS Y AL REVÉS, EL QUE PRESCINDE DE LA BIBLIA-creyendo que es una antigualla, superada por el paso del tiempo etc o de la autoridad y magisterio de la Iglesia católica.-ESTA DESAGRADANDO A DIOS.
-Entre los católicos existen muchas situaciones y circunstancias muy duras y difíciles, que van en contra de los gustos personales, tanto de las personas casadas, como de las célibes o como de las separadas.
A muchos gustaría tener una religión a la carta y cada uno definir lo que es bueno o malo, sin intervención ni mediación de nadie más. ESTO NO ES POSIBLE ENTRE LOS CATÒLICOS.
-En tu caso concreto de homosexual, dentro de la Iglesia católica, tienes y tendrás siempre, la máxima comprensión para tu situación y tendencia personal. LO QUE JAMÀS PRETENDAS DE LA IGLESIA ES QUE JUSTIFIQUE EL EJERCICIO Y PRÀCTICA DE TU HOMOSEXUALIDAD, pues esto sería traicionar la VOLUNTAD DIVINA, bien clara y explícita en la Sagrada Escritura, en el Magisterio y en la Tradición de los Santos Padres.
-Amigo católico gay, comprendo que esto que te escribo, te resulte duro y exigente.
A NINGÙN CATÒLICO LE RESULTA FÀCIL Y CÒMODO EL SER COHERENTE CON SU FE Y LLEVAR LA CRUZ QUE ENCONTRAMOS EN LA VIDA. La sociedad permisiva en que vives, trata de LEGALIZAR Y HASTA JUSTIFICAR tu comportamiento, sea el que sea. TÚ, LIBREMENTE, DEBES OPTAR -COMO VERDADERO CATÒLICO-ENTRE TU OBEDIENCIA A DIOS O TU OBEDIENCIA A LOS HOMBRES. Esta y no otra, es la verdadera cuestión. La verdad se hace cuesta arriba muchas veces, pero según dijo Cristo, nos hace verdaderamente libres.
Cuenta siempre con mi comprensión y ayuda de hermano en la fe que quiere vivir y morir fiel a la Verdad revelada en la Biblia y al Magisterio y Autoridad de la santa Madre Iglesia.
jueves, 22 de abril de 2010
miércoles, 14 de abril de 2010
Regalo para el Papa.
Esta es la propuesta de los organizadores de la "jornada mundial de la juventud" que se realizará el año próximo en Madrid, España. Es una idea bastante original. Participando de esta iniciativa también brindamos nuestro apoyo al Santo Padre, el mismo que en el 2008 nos envío la bendición especial al movimiento de partida de Avellaneda-Lanús, con motivo de nuestro 21º aniversario en la diócesis. Tal vez no todos estén al tanto de la situación que está pasando nuestra iglesia católica, principalmente nuestro Papa; por eso, hoy más que nunca necesita el apoyo de la iglesia y principalmente de los jóvenes, que son el futuro de esta iglesia. Por eso te invitamos a que te sumés a esta iniciativa, y que entre todos le hagamos este regalo de cumpleaños al Papa, que no sólo será un bello mosaico, sino que también será una muestra de apoyo.
martes, 13 de abril de 2010
domingo, 28 de marzo de 2010
Liturgia de semana santa
Hemos llegado ya a la última semana de la sagrada temporada de Cuaresma: Semana Santa, llamada así porque conmemora los hechos más sagrados en la historia de toda la humanidad: la Pasión, Muerte, y Resurrección de nuestro Señor y Salvador Jesucristo. Y ahora más que nunca se nos manifiesta en la sagrada liturgia el principio lex orandi, lex credendi (la ley de la oración es la ley de la creencia). Para sacar el mayor provecho espiritual de este tiempo sagrado, debemos meditar brevemente sobre algunas de las principales ceremonias litúrgicas en que el Cuerpo Místico de Cristo, la Iglesia católica, rinde el supremo culto de adoración a su divino Salvador.
Domingo de Ramos
Este Domingo de Ramos la liturgia nos lleva en espíritu a Jerusalén, donde Jesucristo entra triunfante a la ciudad santa mientras las gentes entusiásticamente dejan palmas en su camino y exclaman con júbilo: «Hosana al Hijo de David, bendito el que viene en el nombre del Señor.» Este título, «Hijo de David,» se usaba solo en alusión al Mesías, por lo que en este día toda Jerusalén reconoce a nuestro Señor como el Prometido. Antes de iniciar el santo sacrificio de la misa, el sacerdote, vestido con estola y casulla roja, bendice los ramos y los distribuye a la congregación. Acto seguido, se canta el santo Evangelio segun san Mateo, el cual narra los acontecimientos del primer Domingo de Ramos. Cuando la procesión concluye, el sacerdote se cambia a vestimentas moradas y comienza la santa misa. Este cambio repentino y sombrío del color de sus vestimentas nos recuerda cuán rápidamente el pueblo escogido cambió de opinión en el curso de una semana. De los alegres hosanas, que gritaban el Domingo de Ramos, en solo cinco días pasaron a exclamar: «¡Quítale de nuestra vista, crucifícale... No tenemos más rey que el César!» ¡Qué espectáculo tan trágico!
Miércoles Santo
La sagrada Liturgia del Jueves Santo tiene una doble celebración. Por la mañana, el obispo celebra la misa del santo Crisma, en la cual se bendicen los tres óleos sagrados que se utilizan en la administración de los sacramentos. Estos tres santos óleos son el santo Crisma (usado en el sacramento del bautismo y la Confirmación, y también en la consagración de obispos, cálices e iglesias), el óleo de los catecúmenos (se usa en los sacramentos del bautismo y del orden sagrado) y el óleo de los enfermos (se utiliza en la extremaunción). Estos óleos se bendicen durante la santa misa para manifestar su carácter sagrado. Antes de concluir el Canon, el obispo purifica sus dedos que acaban de consagrar la sagrada Hostia, adora profundamente a nuestro Señor presente en el altar, y baja al centro del santuario donde se halla preparada una mesa especial para estas bendiciones.
Jueves Santo
Se celebra una sola misa, porque fue el día del Jueves Santo hace veinte siglos, que nuestro divino Salvador instituyó el sacramento de su amor, la Santa Eucaristía. Durante la santa misa, al entonar el Gloria, se tocan las campanas para honrar el santo sacrificio de la misa, la Santa Eucaristía y el santo sacerdocio. Al concluir el Gloria, se dejarán de tocar las campanas hasta el Gloria de Pascua; Este detalle sombrío nos recuerda que nuestro amado Jesús fue entregado «a manos de pecadores» después de la Última Cena, tal como lo había predicho. Y como la traición se realizó por el traicionero beso de Judas, se omiten el beso de la paz para recordarnos el insulto que ofreció uno de los mismos apóstoles a nuestro Señor.
El lavatorio de los pies es algo único en la liturgia del Jueves Santo. En conmemoración de la gran humildad y caridad de nuestro Señor para con sus apóstoles, el sacerdote, después del sermón, habiéndose quitado la casulla y el manípulo, comienza el lavatorio de los pies de doce hombres que representan a los doce apóstoles. Durante la ablución de los pies, el coro canta una serie de antífonas tomadas de las exhortaciones de nuestro Señor a sus apóstoles durante la Última Cena de se amaran los unos a los otros como él los había amado.
Mientras recordamos que nuestro Señor lavó los pies de los apóstoles, nos damos cuenta de que la caridad es la señal por la cual todos los hombres han de reconocer a sus discípulos: «Por esto sabrán todos los hombres que son mis discípulos, que se amen unos a otros.» En nuestros tiempos, cuando el mundo se esfuerza por alcanzar la paz, cuando hay tanta inmoralidad y crimen, cuando la caridad se enfría (desafortunadamente, aun entre quienes se dicen católicos), la amorosa exhortación de nuestro Señor resuena en nuestras mentes y corazones para que practiquemos la más grande de todas las virtudes: la Caridad.
Al terminar la santa misa, nuestro Rey eucarístico es llevado al Monumento, donde será adorado durante el resto de la noche. El altar mayor es despojado de todo adorno para recordar que nuestro Señor también será despojado de sus vestiduras, mofado y escupido por los crueles soldados. Cuando se participa de la sagrada Liturgia no quede uno más que quedar impresionado por la belleza y riqueza de los hechos que significados. Es muy importante que se expliquen estos actos litúrgicos, para que alberguen en sus mentes estas santas impresiones.
Viernes Santo:
La liturgia del Viernes Santo tiene todos los tonos de tristeza y luto que se pueden tener este día cuando Jesucristo «por nosotros los hombres y por nuestra salvación... fue crucificado, muerto y sepultado.» El Viernes Santo tiene cinco aspectos particulares: el canto de las lecturas del Antiguo Testamento (que nos recuerda de la Pascua y la liberación judía de la esclavitud de los egipcios); la lectura de la Pasión según san Juan; la exposición y adoración de la cruz (“¡He aquí el madero de la cruz, de donde pende la Salvación del mundo!”), las solemnes oraciones (donde se reza por nuestra santa madre la Iglesia, por el clero y los fieles, por los jefes de estado, por la conversión de los judíos, herejes cismáticos y paganos) y la recepción de nuestro divino Redentor en la sagrada comunión. Después de la sagrada comunión, los cirios del altar se apagan, los pocos objetos que se usaron en la liturgia también se retiran del altar y la iglesia queda fría y vacía. Cuando salimos de la iglesia el Viernes Santo, habiendo sido quitado de su lugar el Santísimo y habiendo quedado el altar sin adorno alguno, realmente nos sentimos vacíos, los mismos sentimientos que experimentaron las mujeres santas y los apóstoles cuando Jesucristo fue crucificado y después sepultado en aquel Viernes Santo.
Cabe destacar que el vía crucis que se acostumbra representar este día, no pertenece a la liturgia, sino que es una tradición que se fue transmitiendo a través del tiempo en la iglesia.
Vigilia pascual y misa de medianoche
La liturgia de Semana Santa culmina con las ceremonias de la vigilia pascual y la misa de medianoche. Pues, de una manera maravillosa estas ceremonias significan la inestimable obra de Jesucristo en la Redención de la humanidad y el tremendo privilegio nuestro de ser hijos de Dios por medio del bautismo. Las ceremonias comienzan por la noche afuera de la iglesia con la bendición del fuego nuevo y del cirio pascual, que también significa dos cosas: primero, la presencia de Dios en el pilar del fuego que guió al pueblo elegido por el desierto; en segundo lugar, a Cristo, la luz del mundo, cuya vida y enseñanzas disipan las tinieblas espirituales en que se encuentra la humanidad. Se lleva el cirio pascual en procesión a la iglesia y tres veces dice lumen Christi, la luz de Cristo. Esto simboliza cómo Cristo, la Luz del mundo, primero iluminó a sus apóstoles y discípulos, y, por medio de ellos, al mundo entero.
Se cantan las alabanzas de nuestro divino Redentor en el esplendor de un glorioso prefacio, que cuenta la caída de nuestros primeros padres, Adán y Eva, y el infinito amor de Dios de enviar su Hijo Unigénito, el cual derramó su sangre por nuestra Redención. Este Prefacio nos manifiesta la hermosa relación entre el sacrificio del cordero pascual del Antiguo Testamento, cuya sangre pintó en los postes de las puertas de los israelitas el día de su liberación de Egipto, y el verdadero sacrificio de Jesucristo en la cruz, por el cual derramó su Sangre por nuestra Redención.
Siguen las lecturas donde se narra la creación del mundo y del hombre, el cruce del Mar Rojo por los israelitas y su viaje a la Tierra Prometida. Una vez terminadas las lecturas, se entonan las letanías de los santos, donde invocamos la intercesión de todos los coros angélicos y de la corte celestial. Casi en la mitad de estas invocaciones hay una interrupción para bendecir el agua bendita de Pascua y, en particular, el agua bautismal para el sacramento de la Regeneración.
Terminada la bendición del agua bautismal, sigue la renovación de las promesas bautismales. Habiendo renunciado a satanás, sus pompas y obras, profesamos nuestra firme creencia en Dios, Padre Todopoderoso, Creador del Cielo y de la Tierra; y en Jesucristo, el Hijo de Dios, que se Encarnó, padeció y murió por nosotros; y en el Espíritu Santo y en la santa Iglesia católica.
Después de hacer esta renovación, el sacerdote nos rocía con el agua bendita de Pascua para recordarnos de nuestro bautismo, por el cual nos hicimos hijos de Dios y herederos del cielo.
Mientras se concluye la letanía de los santos, el sacerdote se prepara para la santa misa. En la misa se entonará el Gloria, las campanas se tocarán y se descubrirá la imagen de nuestro Salvador resucitado. Es imposible tratar de explicar el sentimiento de gozo que experimentamos en este momento. Ya que en la liturgia experimentamos, de la manera más expresiva, la gloriosa Resurrección de nuestro Salvador Jesucristo. El cambio súbito en la iglesia de la apariencia triste de las telas moradas que cubren las estatuas y del altar vacío, al toque de las campanas, el exultante canto del Gloria, el descubrimiento de las imágenes de nuestro Salvador Resucitado y de sus santos: todas estas cosas nos dan la mejor experiencia posible de la gloriosa Resurrección de nuestro Señor.
Espero que todos los fieles puedan asistir a las ceremonias sagradas para obtener abundante fruto de ellas, y así como nos exhorta san Pablo, resuciten a una nueva vida espiritual en Cristo.